Ocurre que a veces el sentido común se encuentra donde no lo sospechamos. Poca gente se atrevería a buscarlo a las 21:30 de un martes --los nuevos viernes-- en un colegio mayor, y poca gente lo busca fuera de la norma establecida.
Para eso estamos en Arteficieros, para desmentir tópicos. Ayer en el C. M. U. Pedro Cerbuna se habló de salvar el planeta. Ayer el decrecimiento económico no se vio como una catástrofe sino como una oportunidad. Carlos Taibo, titular de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Madrid --entre otras
muchas cosas--, introdujo en el pensamiento decrecionista a cerca de 70 personas interesadas en este pensamiento relativamente nuevo y desconocido por la mayoría.
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Carlos Taibo comienza su exposición. |
¿Qué es el Decrecimiento?
El
Decrecimiento es una corriente filosófica que cree en la reducción de los niveles de producción y consumo actuales en los países desarrollados. No para dar "salida o respuesta a", sino para establecer un nuevo "cómo", una forma de entender la existencia humana distinta a la capitalista actual. De hecho, como dijo Taibo, es "orgullosamente anticapitalista" y se integra "como un agregado decrecionista, autogestionario y antipatriarcal a la contestación al capitalismo" que aboga por una "redistribución radical de los recursos".
Uno de los principales puntos que el Decrecimiento defiende es el equilibrio con el medio natural, que se materializa en cuestiones más concretas como la minimización de la huella ecológica del ser humano: parar las agresiones medioambientales y gestionar adecuadamente los recursos limitados. Esto se traduce en medidas controvertidas como el cierre de industrias todopoderosas hoy en día como la automovilística, la militar o la de la construcción, o en el cambio del modelo de consumo actual --occidental--.
"¿Eso no será un poco revolucionario?"
Taibo se sirvió de una anécdota con una periodista de Televisión Española, que le prometió una entrevista en su cadena pero antes quiso conocer más sobre este pensamiento con esa pregunta de si era revolucionario. Como contó Taibo, no supo qué responder: evidentemente, respecto al sistema socioeconómico y político actual, es revolucionario; visto con más perspectiva, y paradójicamente, Taibo identificó el Decrecimiento como conservador. Uno de los valores que promueve, por ejemplo, es la sobriedad y sencillez voluntaria, algo que choca frontalmente con las características de la sociedad actual.
Por oposición al crecimiento, esta corriente se denomina Decrecimiento. Este desprecio al crecimiento económico se debe a que se rechaza la idea comúnmente extendida que relaciona crecimiento económico con cohesión y bienestar social. Sin embargo, el Decrecimiento se basa en valores tan poco transgresores --aunque a veces lo parezcan-- como la justicia, el respeto al medio ambiente, el disfrute del tiempo libre y la vida social. De hecho,
La Décroissance, periódico francés decrecionista, se define como
Le journal de la joie de vivre, "El periódico de la alegría de vivir"; el sentido común, primar la vida social frente a la producción y el consumo.
Respecto a estos principios, aparentemente tan naturales y tan obvios, Carlos Taibo destacó que prefería que fuera la propia gente quien llegara a las conclusiones del Decrecimiento como resultado de una reflexión personal a que se adherieran a este movimiento como una especie de dogma.
¿Quién es el Decrecimiento?
De momento el Decrecimiento no tiene caras visibles ni organizaciones que pretendan erguirse en guías de este movimiento, lo que sumado a la poca --o nula-- repercusión que los medios de comunicación le dan --puesto que los recursos de los medios provienen de la publicidad, sinónimo irremediable de fomento de la producción y el consumo-- hace que este movimiento sea desconocido para el grueso de la población. En este sentido, Carlos Taibo comentó que es incluso preferible que el Decrecimiento se extienda poco a poco por la población con charlas como las que dio él, talleres, boca a boca, etcétera, emulando al movimiento anarquista en Barcelona de comienzos del siglo XX.